Ir al contenido principal

Domar al Rey Dragón cómo aprendí a anticipar mis crisis emocionales

Durante años me pregunté si esos momentos de crisis que atravesaba eran simplemente inevitables… o si había alguna forma de anticiparlos y prevenirlos. Tal vez tú también te lo has preguntado.

Un día descubrí una teoría que me ayudó a comprender mucho de lo que me pasaba. Mientras la famosa teoría del “Cisne Negro” habla de eventos inesperados e imposibles de prever, hay otra propuesta, la del “Rey Dragón”, del científico Didier Sornette, que dice todo lo contrario: que hay crisis que se pueden anticipar, porque siguen patrones ocultos.

Y empecé a mirar mi vida desde ahí. Pensé en cómo las grandes crisis del mundo (como la financiera de 2008 o el desastre de Fukushima) mostraron señales antes de estallar. Y entonces me pregunté: ¿cuántas veces yo también vi señales en mi propia historia… pero no supe escucharlas hasta que el dolor me volvió a tocar?

Cuando viví abuso, yo no podía preverlo ni evitarlo. No tenía las herramientas, ni la edad, ni la claridad. Pero hoy, sí puedo empezar a mirar con otros ojos. Hoy puedo ver mis propios patrones, esas repeticiones que me han llevado a lugares de dolor. Y si los reconozco, puedo anticiparme y elegir distinto.

🌿 He aprendido que:

💛 Mi historia no me condena. Lo que viví no define lo que merezco hoy. Puedo identificar señales tempranas de peligro, de relaciones que no me hacen bien, de situaciones que me alteran emocionalmente.

💛 La prevención es poder. Mirarme con honestidad me da libertad. Puedo tomar decisiones más conscientes, más alineadas con mi bienestar.

💛 Mi cuerpo habla antes de que mi mente entienda. A veces siento tensión, aceleración, insomnio, y son avisos. Son mis alertas internas de que algo me está sacando de centro.

💛 El miedo al pasado puede llevarme a querer controlarlo todo. Pero el control me desgasta. Aprender a confiar, a soltar, a respirar… ha sido parte de mi sanación.

💛 Mis pensamientos a veces me empujan de vuelta al dolor. Detectar esas creencias repetitivas, esas narrativas que me sabotean, es clave para dejar de repetir lo mismo una y otra vez.

💛 Crear espacios para regularme antes de que la crisis llegue es un acto de autocuidado profundo. No espero a estar mal para ayudarme: practico, me acompaño, me preparo.

💛 No espero a sentirme sola para buscar red. Cultivo apoyo antes de necesitarlo. Lo llamo: fortalecerme en la calma para sostenerme en la tormenta.

Y no, esto no significa vivir con miedo. Significa estar atenta. Significa honrar mi intuición, reconectar con mi cuerpo, y permitirme leer las señales que me envía. No puedo cambiar el pasado, pero sí puedo cuidar mi presente para no repetir lo que dolió.

💫 La metáfora del Rey Dragón me recuerda que en la mitología china, este ser tenía el don de prever tormentas. Era sabio porque veía más allá de lo obvio.
Así quiero vivir yo: no en alerta, sino en consciencia.
No evitando sentir, sino aprendiendo a navegar las olas con amor, en vez de dejarme arrastrar por ellas.

Hoy sé que mis crisis emocionales no aparecen de la nada. Hay pistas. Hay patrones. Y si me detengo a escucharlos, puedo transformar el dolor antes de que me inunde.

🌬 Tú también puedes domar a tu Rey Dragón.
Y sostenerte con más amor del que alguna vez creíste posible.


www.marcelabritoavellaneda.com

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sanar relaciones: mi camino para confiar en el amor y la amistad después del trauma

Por mucho tiempo, pensé que algo en mí estaba roto. Que las relaciones no eran para mí, que el amor era una trampa y que las amistades solo funcionaban si yo me adaptaba a lo que los demás querían de mí. Crecer con el peso de una infancia marcada por la violencia sexual me dejó cicatrices que, al principio, ni siquiera entendía. Me volví experta en sobrevivir, pero cuando se trataba de conectar con otros, me sentía perdida. En la amistad, por ejemplo, nunca sabía bien cómo ser yo misma sin sentir que estaba incomodando a alguien. Me costaba abrirme, porque en el fondo tenía miedo de que, si alguien veía quién era de verdad, se alejaría. ¿Cómo confiar en alguien cuando aprendiste que las personas que deberían haberte protegido fueron las primeras en hacerte daño? Así que me refugiaba en la distancia o en la complacencia: decía “sí” cuando quería decir “no”, aceptaba menos de lo que merecía y callaba lo que dolía. En el amor era aún más difícil. La intimidad me asustaba, no solo física,...

Honro a mi abuelo Salomón, una figura paterna que marcó mi vida

A lo largo de la vida, hay personas que, sin buscarlo, dejan una huella profunda. Para mí, una de esas personas fue mi abuelo Salomón. Una figura paterna positiva, amorosa y profundamente respetuosa. El abuelo Salomón era un hombre sensible, con un corazón abierto y una fe inquebrantable. Tenía una espiritualidad serena, que no necesitaba explicarse con palabras: se sentía en su forma de vivir, de confiar, de cuidar. Era muy honrado. Vivía con principios claros, trataba a todos con respeto y nunca levantaba la voz. No usaba malas palabras, no imponía. Acompañaba con presencia, con cariño, con esa elegancia sencilla de los hombres buenos. Reía con sus ojos. Tenía un curioso bigote. Su mirada se iluminaba con ternura, con alegría genuina. Tenía un buen humor constante y una forma de disfrutar lo simple que llenaba de paz a quien lo rodeara.  Y bailaba conmigo. No necesitábamos música fuerte ni grandes fiestas. Bastaba su risa, su gesto, su complicidad. Bailar con él era...

El regalo silencioso de mi papá: creer en mí

Durante años creí que sanar era acumular herramientas, nuevas formas de pensar o técnicas que me ayudaran a “estar mejor”. Pero con el tiempo descubrí algo más profundo: que el verdadero punto de transformación es conocerme a mí misma . Entender cómo funciono, qué me activa, qué me da miedo, qué necesito para sentirme en paz. Y en ese proceso, inevitablemente, miré hacia atrás... y me encontré con mi papá. Mi papá nunca me gritó. Nunca me levantó la mano. Nunca me trató con groserías. Su forma de enseñarme fue con palabras, no con castigos. Me hablaba para hacerme caer en cuenta de lo que podía mejorar. No imponía, explicaba. No controlaba, confiaba. Y quizás eso fue lo más poderoso: Confiaba en mí más de lo que yo misma lo hacía. Él siempre me decía que debía estudiar, aprender, valerme por mí misma. No desde la exigencia, sino desde el amor profundo que desea que su hija no dependa de nadie, que sea libre, fuerte y capaz. Me apoyó incluso cuando no estaba de acuerdo con mi...