Ser mamá y haber vivido abuso sexual en la infancia: un camino que sana generaciones

Ser mamá lo cambió todo para mí.

Y no porque me volví alguien distinta, sino porque ser madre me puso frente a cada herida que pensé que ya había sanado.

Cuando has vivido abuso sexual en la infancia, la maternidad no se vive igual. A veces, el simple acto de cuidar a un hijo despierta memorias que ni sabías que seguían ahí. En mi caso, hubo noches en que los veía dormir y lloraba sin entender por qué. Hasta que lo entendí: esa niña que yo fui también había necesitado ser protegida, amada, escuchada.

Y entonces se volvió inevitable: ser mamá me llevó a mirar más profundo mi propio dolor. No desde el juicio, sino desde el deseo de no repetir, de no transmitir, de romper un ciclo que no empezó conmigo… pero que sí podía terminar conmigo.

💛 Aprendí que el instinto de proteger a mis hijos podía esconder también un miedo inconsciente: que ellos pudieran sufrir lo que yo sufrí. Ese miedo a veces me hacía sobreproteger, desconfiar, angustiarme más de la cuenta. Tuve que aprender a distinguir entre intuición y trauma.

💛 Aprendí que los límites no eran castigos, sino actos de amor. Porque me costaba ponerlos, me costaba sostenerlos. Yo no había tenido límites claros en mi infancia, y eso me dejó huellas. Pero criar también me enseñó que poner un límite es cuidar.

💛 Aprendí que no tenía que ser perfecta, solo presente. Que incluso con mis miedos, mis días cansados y mis lágrimas, podía ofrecerle algo poderoso: una mamá que se mira, que se cuestiona, que se trabaja para no herir con lo que un día le hicieron.

💛 Aprendí que sanar no era solo por mí. Era por ellos. Por sus vínculos futuros. Por la libertad de ser ellos mismos sin cargas invisibles. Porque yo sé cuánto pesa crecer con lo no dicho, con lo no resuelto. Y no quiero dejarle ese peso.

A veces me pregunto si estoy haciendo un buen trabajo.
Y luego me miro, los miro… y entiendo que cada vez que elijo no reaccionar desde el miedo, cada vez que respiro antes de repetir un patrón, cada vez que le doy un abrazo con presencia… estoy sanando generaciones.

No tienes que haber sanado todo para ser una buena mamá.
Solo necesitas estar dispuesta a mirarte con amor, a pedir ayuda cuando la necesites, a ser honesta contigo misma.

🌿 Ser mamá siendo superviviente de violencia sexual es una de las tareas más valientes que he vivido.
No solo por todo lo que implica criar, sino por lo que implica criarme a mí misma otra vez: con más amor, más consciencia, más compasión.

Hoy quiero decirte:
Si tú también llevas ese doble camino, no estás sola.
Tu historia no te impide ser una madre maravillosa.
De hecho, quizás por todo lo que viviste, tienes la capacidad de amar con una profundidad y una ternura que solo nace de haber transformado el dolor.

Y eso… eso es un regalo sagrado. Para ti. Para tus hijos. Para el mundo. 💛✨


https://marcelabritoavellaneda.com

Comentarios