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Honrar a mi cuerpo: la dimensión que no podía seguir ignorando

Durante mucho tiempo, enfoqué mi sanación en la mente y el corazón. Leer, hablar, escribir, llorar, entender… Me entregué a eso con fuerza. Pero había algo que, sin querer, seguía dejando por fuera: mi cuerpo . Mi cuerpo también vivió la violencia. Él la guardó. Él la sostuvo cuando yo era pequeña y no podía entender lo que me pasaba. Mi cuerpo aprendió a tensarse, a encogerse, a quedarse quieto, a aguantar. Y aunque mi conciencia haya crecido y evolucionado, él aún carga memorias que no siempre son visibles, pero sí palpables. Hubo un momento en mi proceso donde me di cuenta de que por más que entendiera lo que me pasó, si no incluía a mi cuerpo en la sanación, algo se me iba a quedar incompleto. Empecé a notar cómo reaccionaba mi cuerpo ante ciertas situaciones, palabras, personas. A veces me dolía el pecho sin razón aparente. O me costaba respirar. O me sentía desconectada, como si viviera solo en mi cabeza. Ahí entendí: mi cuerpo necesitaba ser parte activa de mi recuperación...

Domar al Rey Dragón cómo aprendí a anticipar mis crisis emocionales

Durante años me pregunté si esos momentos de crisis que atravesaba eran simplemente inevitables… o si había alguna forma de anticiparlos y prevenirlos. Tal vez tú también te lo has preguntado. Un día descubrí una teoría que me ayudó a comprender mucho de lo que me pasaba. Mientras la famosa teoría del “Cisne Negro” habla de eventos inesperados e imposibles de prever, hay otra propuesta, la del “Rey Dragón”, del científico Didier Sornette, que dice todo lo contrario: que hay crisis que sí se pueden anticipar, porque siguen patrones ocultos. Y empecé a mirar mi vida desde ahí. Pensé en cómo las grandes crisis del mundo (como la financiera de 2008 o el desastre de Fukushima) mostraron señales antes de estallar. Y entonces me pregunté: ¿cuántas veces yo también vi señales en mi propia historia… pero no supe escucharlas hasta que el dolor me volvió a tocar? Cuando viví abuso, yo no podía preverlo ni evitarlo. No tenía las herramientas, ni la edad, ni la claridad. Pero hoy, sí puedo empe...

Adiós trauma: mis sueños están en mis manos

Entre ayer y hoy, la vida me recordó algo que ya sabía, pero que a veces olvido: mis sueños no pueden depender de nadie más que de mí. Mis sueños no dependen de nadie más.  Aprender de otros, compartir ideas, trabajar en equipo… todo eso es maravilloso. Pero esperar que alguien más me abra el camino o haga realidad mis sueños por mí, no. A veces caigo en la trampa de pensar que si otra persona lo hace por mí, será más rápido o mejor. Pero la verdad es que nadie puede recorrer mi camino por mí. Y sé que esto aplica en muchas áreas de la vida. ¿Cuántas veces me pregunto…? 🔹 ¿Cuándo se dará eso que estoy esperando? 🔹 ¿Cuándo se manifestará mi sueño? 🔹 ¿Cuándo llegará la felicidad que tanto anhelo? Pero la verdadera pregunta es: 💡 ¿Qué puedo hacer yo hoy para acercarme a lo que deseo? Porque sanar también es una decisión que tomo cada día. Sanar no es olvidar, no es borrar lo que viví, sino transformarlo. Es abrazar mi historia sin que defina mi futuro. Es mirar al espejo y recon...

Aprender a amarme: el viaje más transformador que he hecho

Aprender rápido se ha vuelto una de las habilidades más importantes de estos tiempos. El mundo no deja de moverse… y yo tampoco. Así como cambian las tendencias y las tecnologías, también cambian mis heridas, mis creencias, mis emociones. Estoy en constante evolución. La clave está en cuánto me abro al cambio y en cuánto estoy dispuesta a aprender sobre mí misma. He comprendido que el amor propio no es un lugar al que se llega, es un proceso que se recorre. Un arte. El arte de reconocer mi valor más allá de lo que viví. De aceptar mi historia sin permitir que defina quién soy hoy. Aprender a amarme ha sido un viaje en el que cada experiencia, incluso las más difíciles, se han convertido en oportunidades para crecer. He aprendido que quienes más crecen no son los que lo saben todo, sino los que nunca dejan de hacerse preguntas. Los que se atreven a explorar, a descubrir nuevas formas de vivir, de sentir, de sanar. Como decía Einstein: “No tengo ningún talento especial. Solo soy apasi...

Sanar relaciones: mi camino para confiar en el amor y la amistad después del trauma

Por mucho tiempo, pensé que algo en mí estaba roto. Que las relaciones no eran para mí, que el amor era una trampa y que las amistades solo funcionaban si yo me adaptaba a lo que los demás querían de mí. Crecer con el peso de una infancia marcada por la violencia sexual me dejó cicatrices que, al principio, ni siquiera entendía. Me volví experta en sobrevivir, pero cuando se trataba de conectar con otros, me sentía perdida. En la amistad, por ejemplo, nunca sabía bien cómo ser yo misma sin sentir que estaba incomodando a alguien. Me costaba abrirme, porque en el fondo tenía miedo de que, si alguien veía quién era de verdad, se alejaría. ¿Cómo confiar en alguien cuando aprendiste que las personas que deberían haberte protegido fueron las primeras en hacerte daño? Así que me refugiaba en la distancia o en la complacencia: decía “sí” cuando quería decir “no”, aceptaba menos de lo que merecía y callaba lo que dolía. En el amor era aún más difícil. La intimidad me asustaba, no solo física,...

Sanar en el vínculo: El desafío de las relaciones para un superviviente de violencia sexual en la infancia

El trauma que dejó la violencia sexual en mi infancia no se quedó atrapado en el pasado. Se ha colado en mi vida adulta, especialmente en mis relaciones. A veces me cuesta confiar, como si eso fuera una apuesta arriesgada. Otras veces, el amor se siente como un territorio incierto, lleno de dudas y de miedo. Las amistades pueden volverse un campo complejo. Hay días en los que siento que no encajo, que abrirme me cuesta más de lo que debería. Y cuando logro hacerlo, el miedo al rechazo aparece, como un eco antiguo. He vivido momentos de hipervigilancia, buscando señales de peligro donde no las hay, y otras veces me he refugiado en la soledad porque, aunque duela, parecía más segura que volver a ser lastimada. También me he descubierto complaciendo a los demás, poniendo sus necesidades por encima de las mías, como si el amor tuviera que ganarse con sacrificio... porque así me lo enseñaron. En el amor de pareja, las heridas se notan aún más. Me ha dado miedo la intimidad. Me ha costado po...